Si alguno de los que estuvisteis ayer en el Calderón ante la Real Sociedad lee esto, vais a entender perfectamente de lo que os voy a hablar.
El partido con el 1-0 estaba más que peligroso, con una Real Sociedad crecida buscando el empate, un Atleti intimidado y una grada nerviosa y temiendose lo peor.
Pero dentro del Calderón hay una persona, que es el eslabón al que todos nos agarramos, es un alma rebelde que no se rinde bajo ningún concepto que se rebela ante lo que parece irremediable.
A tí como a mí, el Cholo me contagió su alma rebelde
Fue en ese momento en el que agitó sus brazos pidiendo aliento, el equipo lo necesitaba, y Simeone lo sabía. Nos pidió ayuda, que nos uniéramos a su causa que no es otra que la de ganar.
Dime que no alucinaste con esa magia que te hizo levantarte y gritar como un loco, dime que no notaste esa fuerza de gritar codo con codo alejando los balones de la portería de Oblak.
Este campo juega, esa fuerza traspasa, y lo que ocurrió ayer en el Vicente Calderón pasa en muy pocos campos.
Simeone tiene miles de cosas buenas, pero lo de ayer no se lo he visto a ningún otro técnico, nadie tiene ese carisma, esa conexión con 55.000 personas.
Somos más que afortunados de tener a un ganador en el banquillo, capaz de darte un trozo de su alma, de compartirla y hacer que te remueva por dentro. Su energía sobrepasa el césped, los jugadores y llega a una grada totalmente entregada a la causa.
Foto de Patricia Hidalgo