Si un futbolista es odiado por sus rivales, es porque ese jugador lo da todo por defender sus colores.
Ese es el caso de Raúl García, llegó al Atleti en el 2007, se va 8 años después. Deja una Liga, una Copa del Rey, dos Europa League, dos Supercopas de Europa y una de España. Pero sobre todo deja la impronta de un jugador duro en campo, fiel a sus principios, un vestuario lleno de amigos y un hueco muy grande, el que sólo puede dejar un capitán.
Le ha tocado vivir los oscuros momentos del Atlético de Madrid, pero también los más gloriosos. Has llevado con honor el 8 de Luis Aragonés, ese número pesa mucho en la historia de nuestro Atleti, pero lo heredaste, y nadie mejor que tú para llevarlo con orgullo. Como una vez dijiste «¿Mi imagen? Me da igual. Mis compañeros del Atlético son sagrados»
Y así has sido fiel a tus principios hasta el final, nada ni nadie toca ni a tus compañeros, ni pisa tu escudo.
Es ahora tras su marcha cuando te das cuenta que hay jugadores que dentro del vestuario tienen un papel especial. Su adiós ha sido muy emotivo y hemos visto muchos gestos de cariño mutuo entre él y sus compañeros. En su despedida hemos visto llorar a Koke, como él dice «su hermano».
Muy arropado por toda la plantilla el navarro se va al Athletic de Bilbao, la búsqueda de minutos y el acercarse a su familia, han sido los motivos para cambiar de etapa.
Siempre será unos de los nuestros, porque se lo ha ganado en cada partido, con su esfuerzo y con sus actos, ha respetado y rendido honores a nuestra camiseta.
Adiós, mi Capitán.