Ha llegado un día señalado para todos aquellos que compartimos un sentimiento llamado Atlético de Madrid. Un día que quedará grabado a modo de cicatriz en el corazón, ya que con la despedida del Vicente Calderón, algo de todos nosotros se irá con él.
Este campo me vio nacer y yo desgraciadamente le veré morir, suena fuerte pero cuando entres por última vez en este estadio piensa la de personas que han compartido momentos mágicos contigo, piensa la de seres queridos que lo han pisado, y sobre todo piensa que este lugar ha formado parte de tu vida.
Todos y cada uno de nosotros sentimos el amor a primera vista cuando subimos por sus escaleras, atravesamos su vomitorios y nos encontramos de frente con la inmensidad del rojo y el blanco, el sentimiento en estado puro brotando por sus anfiteatros, por las redes rojiblancas de las porterías, por el ramo de flores del córner de Pantic, por el fondo sur inagotable de pasión, por el banquillo local defendido por personas tan grandes como Luis, Simeone y sobre todo por sus gradas repletas de gente que las pisaba como si fuera su segunda casa.
Son tantos y tantos los momentos que se hace muy raro saber que hoy será el adiós de nuestro gran amigo el Vicente Calderón.
Para nosotros siempre quedará en la memoria que fue un lugar dónde reímos, dónde lloramos, dónde estalló nuestra locura, dónde nos abrazamos como hermanos y dónde nos estremecimos en nuestra butaca.
Hoy dejaremos muchas cosas atrás cuando salgamos del estadio, lo miraremos desde la distancia y te diremos adiós, pero puedes estar seguro que nos llevaremos tu espíritu, la pasión, el coraje, la rabia, el amor a este equipo allá dónde nos vayamos. Siempre nuestro campo será el Vicente Calderón, y ese espíritu no entiende ni de direcciones ni de calles.
Adiós, mi gran amigo, Adiós Estadio Vicente Calderón.